Mis días perfectos de cine

No recuerdo con exactitud cuándo entré por primera vez a un cine. Seguramente en la niñez, en los años 60, de la mano de mis padres. Tengo algún recuerdo triste de Bambi y Dumbo; Disney se especializaba en esas películas de animalitos -humanizados, casi mascotas- que sufrían alguna tragedia familiar traumática. Será por eso que desconfío bastante de la empresa Disney hasta el día de hoy.

Ya adolescente empecé a elegir mis propias películas y a ir al cine con primos o con amigos del colegio. En Montevideo proliferaban los cines de barrio, en el mío teníamos los cines Belvedere Palace (en la calle Carlos María Ramírez 279, funcionó desde 1945 hasta 1983), Copacabana (Juan Artigas 4126, de 1946 a 1990) y Alcázar (Avenida Agraciada 3759, que funcionó hasta 1975).

También mi colegio tenía un cine que se usaba internamente para los alumnos y los fines de semana era de uso público para el barrio, el Cine Maturana en Avenida Agraciada 3178, que creo sigue funcionando desde 1957. En el Maturana nos ofrecían gratis películas de «dibujitos animados» como El Show de Tom y Jerry, o El Coyote y el Correcaminos. Mi recuerdo especial para ese cine es que allí vi por primera vez en 1977 a Star Wars.

Cine Maturana, Montevideo. Foto: Google Maps (2015).

Hasta los años 90 fui asiduamente al cine, pero pasó algo casi imperceptible. De a poco la competencia fué abrumadora: primero la televisión, después los videoclubes, se vino la internet y finalmente las plataformas de streaming. Las salas de cine de barrio empezaron a desaparecer, muchas pasaron a ser iglesias de cultos evangélicos. Se crearon complejos de salas en los «shopping centers» lejos de los barrios.

¿Qué perdimos? El aspecto social, ese ritual de ir al cine y encontrarse con gente conocida, todos unidos por una historia en una película. Tan parecido a ir los domingos a la misa o a la cancha de fútbol. Especialmente disfrutaba de esa onda «low cost» de la sala de cine barrial, las películas que se interrumpían por alguna falla en el proyector o simplemente para «cambiar de lata», el olor a la comida y el ruido de los paquetes de golosinas y el murmullo colectivo del público en cada escena crucial de la película.

Existen películas que -por su sonido o su fotografía- se disfrutan más en una sala, o simplemente son estrenos que no se consiguen en otros medios durante algunos meses. Por supuesto que todo es más aséptico que antaño: las entradas se compran con una aplicación en el teléfono donde pago y selecciono las butacas, la boletería es una máquina que emite el boleto de entrada, una escalera mecánica nos depositará en la sala que nos corresponde, la proyección será en una gran pantalla digital y el sonido será intensamente digital.

Hoy en día, de vez en cuando -como hoy Sábado en Buenos Aires- voy al cine. Lo de comer sigue igual, solamente que no puedes ingresar con comida sino comprarla en el kiosko a la entrada. Pues acá vamos hoy con la familia, a ver Días Perfectos, de Wim Wenders.

Jamás un título más adecuado.


Información interesante:

2 pensamientos en “Mis días perfectos de cine

  1. Me ha encantado tu crónica. Desde el otro lado del mundo los recuerdos son parecidos. Bueno y lo de Dumbo (también Bambi, pero más Dumbo) todavía me dura el trauma de la despedida de la madre… yo iba muchísimo al cine y a los catorce me apunté a un cine club que fue donde me convertí en una cinéfila total, además en la tele echaban buenas películas clásicas y no había posibilidad de ver más que lo que ponían. Ahora no voy al cine o rara vez, los cines están en los centros comerciales y en casa cada uno está con su dispositivo… nada que ver con lo de antes. Algo se ha perdido por el camino. Espero que te gustara la peli. Un saludo, Guxlar

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    • La película nos gustó pero no es lo mejor que ha hecho Wenders. Sí que sirvió para intercambiar pareceres después de verla, durante la cena. El personaje escucha muy buena música, que debe ser preferencia del director: Lou Reed, Patti Smith, Velvet Underground, Rolling Stones, Van Morrison, Nina Simone. El argumento y la estética general es muy minimalista (que obviamente es a propósito). Gracias por tus comentarios!

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